Posaba tendiendo los senos contra el vidrio empañado por el calor ambiente del hogar. La chimenea era la culpable de la distorcion del resto de la imagen que no se encontraba en contacto con el material. El frío del exterior le erizaba la parte mas sensible de su cuerpo, erecta la señalaba pero la costumbre no causaba incomodidad a su profesionalismo que ejercía a través del encuadre, pero no podía disimular que los planos detalles, ver el bello teñirse de rubio a contraluz con el sol, le ruborizaba entre tanto las mejillas.
Era capaz de penetrar en la pupila de cada maniquí viviente y mostrar algún razgo de su esencia estrategicamente mas oculto. Solía pensar que las miradas hablaban por si solas y que dentro de cada una yacía un mundo alterado infinidad de veces que nunca se termina de descubrir ni acaba por comenzar.