Se frunce la frente y se aprieta la muela y se lo siente
venir pero sacudo la cabeza y lo borro sin querer, o tal vez queriendo porque
me cuesta mucho recordar, o en realidad no quiero recordar porque así se está
mejor y uno no se martiriza. Sos tan calma que no levantas viento y el polvo no
lastima mis ojos. Siempre fuiste tan calma que me daba miedo, pero te hice
explotar, y estallaste, y volaste piedras que me tornaron rígida, y se te fue la calma, y ya no eras la que había visto en el lugar oscuro, con las luces bajas, entre los
cuerpos danzantes. Y nos miramos, y no me viste.
No existen comas solo puntos en un espacio finito.