Tough iba pasando las páginas de los expedientes. Se detenía
en cada hoja para corroborar que se encontrase toda la información necesaria
que se requería en el sistema para poder ingresar el trámite. Posaba la mano en
su frente, dirigía el cuello hacia abajo pero los ojos no acompañaban su
movimiento.
A cada momento levantaba la vista. Envidiando entre dientes
el trabajo que se había puesto a su disposición, queriendo ser yo, sentada
escribiendo sobre él a pocos metros de su cuerpo.
Me miraba con recelo. Quería ocupar mi lugar y mi tiempo
libre, quería ser una mujer, tener una concha y que su jefe le apoyara la mano
en la espalda más del tiempo necesario que suele tardar un saludo para sentirse
deseado.
Llevaba una cruz en el pecho que pesaba más que la moral e
identidad y lo encerraba en represión pasando hambre de placeres.