miércoles, 13 de julio de 2016

El principio de la nada.


Y después de permanecer parado largo rato frente a mi propia imagen del espejo , me asaltó la voz del pensamiento directo por la boca cuestionándose que sucedería si en este momento me encontrase parado en un mundo con una realidad paralela en  la cual el hombre nunca se hubiese descubierto su propio reflejo,  un lugar donde ningún elemento de la superficie, ningún material sea capaz de poder devolver la imagen de mi mismo en tiempo presente. Imaginemos una tierra donde el reconocimiento del niño ante su propio cuerpo nunca haya podido llevarse a cabo. Pero este hecho, para el sujeto que soy en aquel ilusorio mundo no es consiente de la no invención de dicha cosa. La muerte seguramente sea vista con una mirada un poco mas positiva en los casos de las mentes consumidas completamente por  el monologo constante dictado por los televisores. Es que no seamos tan ilusos de realmente creernos que en este lugar la tele haya sido creada. No existe en nuestro diccionario esa palabra. No existen las fotos, no hay memoria a largo plazo, solo la capacidad de mi existencia sobre la tierra. Un mundo que en cada vida se reprograma desde cero, para ser consumada en el encierro de su propio presente. Si no hay memoria, no hay futuro. El tiempo no avanza sino que se mantiene siempre  bajo la decisión de establecer el horario de las ocho (08:00). No seamos tan tontos de creernos nuevamente de que existen los números en un planeta donde no hay avance, no hay cantidades, mas que lo que yace en ese ahora interminable. El horario hace referencia a un  infinito escondido bajo el manto de lo simbólico, donde únicamente, usted, lector, y yo, estamos al tanto.