Ver el pasado de las cosas, el degrade de retazos de luz
consecutivo a la imagen que se sucede.
Me imagino agarrando la cola de ese velo casi invisible que
se sacude al viento, hambriento de espacio. Siento en la mano la chispa del
tiempo que se disuelve mientras logro agarrarla, al mismo tiempo que se extingue,
autoflagelandose, sabiéndose irreal.
Me descubre al tacto.
Ella ya me sintió antes, en el limbo que se alimenta del
hueco que yace entre el sueño y el estar despierto.
La tomo, reclamándome dueño y exijo volver. Le Exijo estar
donde estoy ahora sentado, escribiendo. Le ruego no caerse en el instante en
que esta casi parado.
La cola del animal que creí haber agarrado, de repente me azota el rostro, sacudiéndome desde lo mas profundo de la oscuridad casi imperceptible que titila debajo del ojo, en cada parpadeo.
La cola del animal que creí haber agarrado, de repente me azota el rostro, sacudiéndome desde lo mas profundo de la oscuridad casi imperceptible que titila debajo del ojo, en cada parpadeo.
Me quedo.
Perplejo.
Viéndome en la vida pasar.
Veo, desde el ayer, la proyección de lo que soy siendo, en
el futuro lejano.