miércoles, 20 de diciembre de 2017

La eternidad dormida sobre relojes de agua.

Pestañé y ya estaba volteado. No vi quien fue el responsable del primer movimiento desencadenado que yo ya estaba palpitando.
El agua se escurría por el reloj. 
Desde la ventana que yace en el otro extremo desde donde estoy, he oído mitos de tiempos vagabundos inexactos, donde los granos de arena marcaban un tiempo definido. Hoy en día, el agua que se discurre, parece provenir de una fuente invisible de la que no podemos ver su principio ni final.
He sido contratada para estar alerta.
Desde el primer vaivén de mi corazón, que no he dejado de mirar el caudal. Es necesario ser veloz para captar el momento en que los últimos mililitros de vida se hacen ver sobre el vidrio impecable. Nos han dado un tiempo pero no sabemos cuando se acaba, y hay que estar preparados… 
Si llegase a pasar, mi mano debe ser ágil y precisa. 
He nacido con este don y acá estoy, todo cuadra y tiene sentido. 
Mi mano es la mejor bailarina y por eso tiene que aportar y hacer relucir su destreza si ese momento llegase. 
Y aquí estoy yo, esperando. 
No puedo moverme mucho, no puedo desperdiciar energía por si el día del juicio final siempre es hoy. Mi ser completo vive en un estado de vigilia voraz para ese veloz movimiento que active la alarma, en caso de estar perdidos. 
He dejado de soñar, y mis ojos se han encastrado sin párpados, en señal de alerta, inerte. 
No se en realidad que sucedería si es que se acercase el final. 
Que tienen preparado que no me he enterado aun? Se podrán salvar algunos pocos? 
Y yo que estoy acá , con los ojos tan cansados de mirar el sin fin que me adormece, el repetir incesante del sonido del caudal infinito. 
Y sigo acá, con ganas de oscuridad pero sin párpados, preguntándome de tantas maneras: seré digna de salvación alguna? Como podre juzgar sobre los elegidos si lo único que conozco es el reflejo de mi imagen sobre el vidrio del reloj de agua?
Nade viene a visitarme. Solo escucho voces sobre micrófonos escondidos. 
No se como fue que me vine a buscar este trabajo. Tal vez el hambre me tenia un poco desesperada. No podía permitirme comerme a mi misma, por eso este tal vez éste era el mejor resguardo contra la ignorancia. 
Y acá estoy esperando algo que no llega. Y como podre juzgarme para ver si en algo debo cambiar, y así poder considerarme poseedora de alguna posibilidad de un mañana?
No tengo a nadie a quien mirar, solo un tiempo de agua, difuso por la espuma que lo sacude al caer precipitado por la fuente invisible. Será posible compararme con el tiempo? con dicho reloj que me tiene loca?
Tal vez el único en salvarse sea él, y éste está esperando que mi mano se canse para que llegue el día final de algún juicio. 
Soy la pieza de un juego macabro que ha creado en mi cabeza! 
Que necesidad de tenderse tan terrible trampa para ,al fin y al cabo, sea cual sea el destino, el ganador es siempre él mismo. 
Que perdida y cansada me siento ya de tanto mirarlo. Tal vez lo deje ganar. 
Tal vez me vaya a mirar un rato por la ventana que esta del otro lado. Debería ingresar por las pequeñas puertas del reloj y atravesarlo, aceptando la posibilidad de caer en la corriente que drena sin procedente y que tampoco se sabe hacia donde se dirige. Es de suma importancia tener en cuenta que todo se puede acabar y que si no soy capaz de presionar la alarma (porque he mutado de mi posición original), puedo salvarme estando dentro de semejante cápsula de vidrio. 
De igual forma me estoy confundiendo. Porque siento y sé que luego del primer movimiento, hay algo dentro que no se saciará con solo salvarme. Luego, querré ver la verdad como premio mayor. Querré llegar a la ventana y ser poseedora de su conocimiento, aceptando la posibilidad de que aquello puede ser capaz de destruirme o reconfortarme. 
Ya el juego no se trata sobre el tiempo. Ahora las condiciones se han transformado. Desde mis ideas se organizan los hilos que dan vida y dirección a la trama. Ahora la balanza apunta hacia la salvación a travez de una maquina, o la verdad a travez de una única mirada que rompa la escenografía donde se han desarrollado mis sentidos. No importa lo que yace del otro lado. Por más que sea un retazo de pared escondido por maderas y telas pretendiendo ser ventana, esa mirada y esa búsqueda, serán el despertador de una serie desencadenada de movimientos propios. 
No importa si del otro lado descubro un micrófono que haga eco de mis pensamientos. 

                                                                                                                                   (S. O. 20 de Diciembre/17)