Me siento parte de todo aquello que me rodea. Respiro con la tierra y me expando de manera constante en cada bocanada de aire que suelto cargada de imágenes mentales, como lo hace el universo. Me vuelvo liviana al igual que las hojas que bajan danzantes de las manos ramificadas que cubren mi cielo. Me fundo en el tronco que me sostiene erguida, me absorbe el suelo que me reclama plana. Desaparezco como bloque al desintegrarme en millones de partes que se esparcen por la vida misma que fluye debajo de los parpados cerrados.
Mi contorno, cuyo borde esta delimitado por la piel, cumple la funcionalidad de caja oscura con dimensiones inmensas. Mi parte infante yace dentro recostada en compañía de la plena soledad. He arrancado el techo de mi cuerpo-cuarto otorgándome la posibilidad de cumplir el rol de voyerista en la escena, al igual que el Sol o la Luna cuando nos paramos mirando hacia arriba, atrapados en este plano sin techo del que las estrellas son testigo.
Estoy tranquila sin Luz cuando duermo. La niña no carga con miedos sino que la paz la inunda hasta matarla en su propia casa. Es el impulso previo a la muerte quien la hace despertar y volverse espectadora de la sub-niña que yace plenamente dormida en el cuerpo-cuarto que es su cuerpo-cuarto.
La trama infinita de seres inocentes que descansan en mi interior van abriendo las puertas y ventanas a medida que mueren y sienten la furiosa necesidad de poder observarse, únicas, dentro de la oscuridad. De forma sincrónica, movidas por la hipnosis del sonido de la respiración que rebota en las profundidades y se hace eco, sacan la escalera de un armario que no llegan a ver y la colocan en una de las paredes que suponen frente a ellas. Todas me observan y comienzo a bajar una por una las capas de los cuerpos-cuartos en busca de mi inocencia mas pura que me espera en el final inexistente.
No puedo evitar detenerme un instante en cada espacio. Observarlas, y que me observen. Cada una tiene algo que gritar en la mirada, pero en cada nivel la voz se va enroscando en la complejidad que guarda la oscuridad que las contiene. Cada vez entiendo menos con los ojos pero el cuerpo se acomoda a las sensaciones que les traen los recuerdos mas profundos descubiertos. El amor se agranda, la compasión y entendimiento se hace evidente en cada escalón que me transporta hacia abajo, o hacia arriba, o tal vez a la derecha y por un instante dudo si en realidad estoy entrando de izquierda. Sinceramente opto por describirlo como un terreno sin gravedad ya que no hay aceleración de cuerpo físico por que no existe tal. El sentido único del viaje ilusorio es atravesar las sensaciones de suposiciones simbólicas que me permiten acercarme de manera imaginable, a la pureza de un supuesto ser que vive en un mundo del que duda constantemente, razón por la cual lo hace dudar de si mismo y de su propia existencia en cualquiera que sea el plano en que se ponga en evidencia.
La vida y las pequeñas similitudes que resaltan en comparación con una película, o la simple escena de la misma.
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La vida y las pequeñas similitudes que resaltan en comparación con una película, o la simple escena de la misma.
Nos posamos en el momento actual y viajamos a través de la complejidad del tiempo. Somos observadores vacíos de pensamiento, o suponemos serlo. Intentamos adentrarnos en las pequeñas cosas que despiertan nuestra atención, conmovidos por lo que acaba de sucedernos o lo que nuestros ojos acaban de visualizar. Nadamos en los simbolismos que nos remiten los objetos y las palabras. Somos como abuelas que desenredan el ovillo de lana, lo acomodan, y se lanzan a tejer la trama, jugando con los puntos, y si resulta de personalidad arriesgada, mezclan colores opuestos.
Volvemos una y otra vez sobre un mismo elemento, con la libertad de la ubicuidad, y nos disponemos a resinificar y dar un nuevo sentido, y hasta giros que resultan de una extrañeza que retumba en las entrañas. La vida y sus lecturas, en sus miles de idiomas. Sin palabras. Con imágenes. Sin sensaciones, o rebalsada de sonidos. La vida y el sentido de la misma según en que estado emocional se encuentre el interprete.
Me hago cargo de mis fijaciones
las cuales me persiguen y a las cuales busco incesante, ansiosa.
Ya que aparecen incesantes y ansiosas.
Cuando me descubren asombrada bajo el éxtasis de la creatividad,
es ahí que entiendo y hago carne de mí.
Soy carne que rebalsa de manera constante.
Es necesario desenfocar para ver la realidad de lo que se discurre.
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