domingo, 29 de enero de 2017
Voy borrando las fronteras de la piel que nos separa, el vacío del tacto, el choque ilusorio de dos cuerpos que se encuentran en escalones elevados sobre el mar de mentes pobres.
Has llegado al punto critico de lo salvaje, donde mi castillo de huesos se predispone al baile de tus manos marionetas. Ritual que nos tenia preparada la tormenta junto al humo del veneno que adormece, cauteloso y voraz.
El llanto del cielo que limpia las almas para dejar al descubierto el reflejo de mi misma en la cita a mitad de camino del coincidir de cuatro ojos, nuestros ojos. Me hago el amor con la clonación que me regala tu ser al pegarnos como imán por el vaivén de las tensiones que provocan el fluir de pensamientos antagónicos.
Tengo dentro el diablo hambriento de carne joven, ansioso de energía virgen que le permita concluir el camino que recorre.
Cargo en los hombros con el peso incógnito de mi renacimiento. Blanco el espacio que me retiene desnuda, y vos con ropas sucias rasgándome la piel. Yo de día, vos despertando de noche.
Limpieza pura de objetos sostenidos en flojas estructuras que andan en dos pies.
Me aferro a las señales que me confirman el destino pronunciado por la boca que beso y me posee.